miércoles, 20 de noviembre de 2013

Un día tuve la idea de hacer un blog sobre lectura de bestseller. Luego me dije: mejor que no.

Hay libros que, decididamente, no son gran cosa. Entretienen, te hacen pasar las páginas sin apenas recordar lo que se acaba de leer y después los dejas en un rincón escondido de tu biblioteca o se lo regalas a alguien para que lo lea en el metro. La verdad sobre el caso Harry Quebert es uno de ellos. Confieso que lo leí estimulado por una campaña promocional ("un cruce entre Philip Roth y Navokov", ¿de verdad?) que hablaba del Premio Goncourt para jóvenes y no sé que más de la lengua francesa. Pero es malo, es un libro que se repite, que cansa (¿no podría haber eliminado algunas páginas?) y que pretende mucho pero no alcanza a desarrollar nada. Y luego, espero que sea un recurso irónico (no creo) pero los fragmentos de la teórica obra maestra de Harry Quebert son más propios de un adolescente enamoradizo que de un escritor que, según el narrador, revolucionó la novela americana en los años sesenta. Qué paciencia.

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